La palabra edición proviene del verbo latino edere: dar a luz. En ella están implícitas tanto la idea de publicar (colocar a la vista de todos) como la de dar forma y cuerpo físico a la chispa vital de la obra en ciernes de un autor.
La edición académica cumple, más que ninguna otra, la función de incubadora y creadora de la obra que finalmente llegará a manos de los estudiantes. La semilla de toda unidad didáctica se encuentra en el diseño curricular, el plan primigenio que debe guiar la realización del material (ya se trate de un libro, un manual, una antología o una guía de estudio) y el cual debe ser cumplido en todos sus aspectos de contenidos, metodología, calidad y profundidad. Los editores académicos toman ese plan de trabajo como punto de partida y acompañan al autor durante el proceso de transformar el diseño en una obra didáctica.
Los editores académicos deben vigilar la mediación en todas sus dimensiones: desde la palabra misma y el discurso verbal hasta su forma gráfica y expresión visual. Son los primeros lectores y críticos de la obra: proponen cambios de estructura, ampliación y recortes de temas, aumento o disminución de contenidos, actividades complementarias y de autoevaluación, recursos para llamar la atención del estudiante, descansos en la lectura y metáforas e iconografías visuales. Su objetivo final es la creación de un entorno de lectura didáctico con todas las herramientas necesarias para facilitar el aprendizaje autorregulado de los estudiantes a distancia.
La labor de la edición académica trasciende las fronteras de la página didáctica. También se extiende a la coordinación de esfuerzos de todo el equipo de producción involucrado en la asesoría, acompañamiento y realización del material didáctico escrito. Así, les corresponde a los editores la función de punto de contacto entre autores, encargados de cátedra, asesores de contenidos, ilustradores o fotógrafos, correctores de estilo, diseñadores gráficos y, en general, todas aquellas personas directamente vinculadas a la creación, revisión, refinamiento y producción física del material.
Una vez finalizada la versión preliminar del material escrito, el editor aún debe acompañar el proceso de evaluación y validación, las posibles correcciones que surjan de este y la realización final del material para su primera edición definitiva. Solo entonces, cuando la obra ya está lista para ser colocada en las librerías, se libera de la responsabilidad editorial y se descarga de su labor.