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 OPINIÓN

Levando anclas

LLM.VELIA GOVAERE VICARIOLI
Directora-OCEX
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El secreto del éxito de la UNED es el uso de tecnologías de la comunicación

Todo se mueve, todo cambia, nunca nos bañamos en el mismo río. ¿Por qué será, entonces, que después de cada tormenta nos empeñamos en que todo siga igual? Entre los mecates de las negociaciones del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) salieron a luz muchas ideas que se colaron y ahora quedan descolgadas. ¿Se trataba solo de números? Esencialmente, sí. Pero detrás del blanco y negro de lo deseable y lo posible de las cifras, sigue escondida una inmensa gama de grises, entre sugerencias, reclamos y propuestas, que apuntaban al fortalecimiento del sistema de educación superior pública. No deberían quedar entre el polvo olvidadas. Poco nivel tendría el gatopardismo ordinario de las burocracias, que, si cambian algo, es solo para no cambiar nada.

Uno podría preguntarse, por ejemplo, hasta qué punto nuestras universidades públicas diseñan su fisonomía echando mano de los recursos tecnológicos existentes. En un mero chip se almacenan 3.200 transistores más que hace 26 años, y dentro de un año será el doble, sin decir que la capacidad de memoria tiene un ritmo de crecimiento más vertiginoso que ese, y que el precio de la transmisión de datos –léase “comunicación humana”– disminuye a un paso todavía más veloz. Si los costos de la aviación hubieran tenido el mismo comportamiento, un viaje a Europa costaría hoy menos de cincuenta colones. Semejante torbellino poco ha cambiado, sin embargo, el semblante bucólico de nuestra vida universitaria.
 

Idea nueva. Hace 33 años, una universidad estatal incluyó en su nombre la palabra “distancia”. Era una idea nueva, demasiado adelante de su tiempo. ¡Claro, mejor que ir atrás! Su diseño original buscaba brindar acceso universitario a personas con restricciones de trabajo y en los rincones más recónditos. Era un paradigma de superación de obstáculos físicos y laborales. La tecnología no permitía más a lomo de correo. Su importancia relativa, última hermana de las de la enseñanza superior, como oferta educativa complementaria, se reflejó en el aporte estatal a su financiamiento. La Universidad Estatal a Distancia (UNED) recibe solamente un 7,51% del FEES.

Gran plataforma.
El secreto de su éxito es el uso de tecnologías de la comunicación. Con esa plataforma, tres mil estudiantes de secundaria pueden terminar su bachillerato, su sistema de videoconferencias permite que un profesor atienda varios centros educativos, estudiantes en el exterior presentan trabajos de graduación y el Ministerio de Educación Pública capacita profesores de inglés en su centro de idiomas.

¿Todo eso con solo el 7,51% del FEES? ¡Claro que no! La UNED cubre con ingresos propios el 40% de sus necesidades. Genera recursos con la venta de libros y material didáctico mediante su editorial, EUNED, líder latinoamericano en la producción de textos de educación superior a distancia. No es de soplar y hacer botellas producir más de 500 títulos anuales, 10% de ellos originales.


Esta vigorosa expansión, con tan escasos recursos, solo puede explicarse por su aprovechamiento de las crecientes facilidades que permite el desarrollo tecnológico. Las TIC crean nuevas condiciones de oferta y demanda educativa. En alguna forma, solo la UNED tiene el perfil de la universidad del futuro, que camina con muletas del presente. Su potencialidad merecería revalorizar su importancia relativa en la sociedad del conocimiento, para brindar acceso universal flexible a la educación de calidad, condición básica de la competitividad.


Superado el FESS, ¿seguirá un largo silencio? Se necesitarían las almas perdidas de Omar Dengo y Joaquín García Monge para despertar acordes en las harpas dormidas de la tecnología subutilizada. Queda mucho en el tintero sobre el aprovechamiento cabal de la ciencia moderna. Cuando la UNED se lanzó al mar, había apenas leve brisa. Con las corrientes que arrecian a su favor, es hora de levar anclas.

Doblan campanas por una política de Estado que la deje alzar velas.

 

Fuente: Periódico La Nación, 30 de agosto 2010.