OPINIÓN
Trabajado por el tiempo
LLM.VELIA GOVAERE VICARIOLI
VICEMINISTRA DE ECONOMÍA
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Óscar Arias marcó un derrotero, y el rumbo retomado cuenta con consenso
"El ojo descifrando la tiniebla". Robo a Borges las palabras para dibujar la escena de un capitán que se despide. Fue exigua la mayoría con la que ofrecimos una nave estancada. Costa Rica necesitaba que se entrelazara desarrollo con equidad, se pusiera fin a la cadena de indecisiones que nos tenían encallados, y se tuviera la audacia de caminar con pasos firmes en el errante laberinto. Era mucho y no era fácil.
Don Óscar no podía simplemente repetirse en su segundo mandato. La apertura comercial, iniciada por él hace 20 años, tiene ya grandes impactos, pero el abandono posterior de las políticas que debieron acompañarla, dejó una Costa Rica dividida en ingresos, equidad y oportunidades.
En los noventa, nos lanzamos a la competencia internacional, pero en el 2006 teníamos carreteras apenas diferentes. Una pátina de olvidos cubría escritorios en la Administración Pública. Frustrada, la mitad de la población prestaba oídos a flautistas que sonaban retornos a un pasado idílico imposible. Se demandaba modernidad, a voces, pero una innovación con rostro humano.
¿Hasta dónde se llegó con lo esperado? Para arribar a ese lejano puerto, cuatro años son nada. Difícil medir un camino sin ver de dónde partimos. Trazar un mapa de ruta nunca se aprecia igual que llegar a puerto. Por eso queda una esfinge que se interroga.
A don Óscar lo suele sorprender la historia en el lugar adecuado, en el momento preciso. ¿Quién habría dicho que en esta administración también le tocaría un rol relevante en la defensa de la paz y la democracia en Centroamérica? La crisis de Honduras se lo permitió. Pero en ese rosal nacen igualmente espinas: justo cuando se había logrado disminuir los índices de pobreza, la crisis económica mundial arrebató la huella social de mayor impacto. Y así, haciendo de tripas corazón, no hubo más remedio que amainar tormentas con inversión social. Fresca está la firma del último acto del Plan Escudo, a favor del tarjetahabiente, cuando ya se anuncian, desde ahora, vientos en contra.
La crisis amainó también la fuerza que llevaba la expansión del crédito y la creación de capacidades de la pequeña empresa. Sobrevivir se convirtió en victoria y nadie hace elogios a la mera supervivencia.
Es fácil quejarse ahora del retroceso en los mismos índices sociales que habían sido el mayor logro de mitad de mandato. ¿Y la letra menuda? ¿Recordarán los historiadores que alguna vez se dijo cansado? Los cronistas futuros ponderarán con el debido peso frases demasiado humanas de un presidente que renunciaba muchas veces a ser político.
Se recordará, eso sí, que su mejor timón va contracorriente: desarme entre los que se arman, paz entre los guerreros, aprecio a los ancianos en un mundo que los olvida, impromptus de Quijote entre sensatos. Nos queda nave, brújula y tripulación, en un nuevo mar, con las mismas viejas tormentas, y una ruta retomada de nuestras mejores tradiciones, en la segunda hora de un "hombre trabajado por el tiempo".
Es temprano para hacer un balance final de esa "brújula incesante en mar abierto". Sabemos que marcó un derrotero y que el rumbo retomado cuenta con consenso. Sin embargo, mucho de su impacto dependerá de la sabiduría y firmeza de manos de mujer en el timón de la nave nacional.
Fuente: Periódico La Nación, 12 de abril 2010.
